Llega el verano y, de repente, el mundo parece un lugar más brillante y alegre. La gente sale más, sonríe más y hasta parece que la vida fluye con menos complicaciones. Pero, ¿es solo una percepción o realmente hay algo en nuestro cerebro y nuestro cuerpo que nos hace más felices en esta época del año? En este artículo, exploramos cómo la luz natural, los ritmos circadianos y algunos procesos biológicos clave contribuyen a que el verano sea un sinónimo de bienestar.
Uno de los mayores regalos del verano son los días más largos y soleados. La luz solar tiene un impacto directo en nuestro cerebro y estado de ánimo por varias razones:
Durante el verano, nuestro cerebro está expuesto a diferentes estímulos que favorecen un estado de ánimo positivo:
Los ritmos circadianos son los relojes internos que regulan nuestras funciones biológicas, incluyendo el sueño, el metabolismo y la liberación de hormonas. Estos ritmos están influenciados por la luz solar, por lo que en verano suelen estar mejor sincronizados. Cuando nuestros ritmos circadianos están equilibrados:
En invierno, la falta de luz puede desajustar estos ritmos, provocando fatiga, insomnio y una mayor tendencia a la tristeza o el desánimo.
Además de los cambios biológicos, hay aspectos psicológicos y sociales que influyen en la felicidad veraniega:
El calor y el buen clima también tienen un impacto en nuestra felicidad. Aunque las temperaturas extremas pueden ser agobiantes, un clima cálido y agradable tiene varios beneficios: