Sentís que tu vida es un caos mientras todos sonríen en redes. Spoiler: no es real. Tips para dejar de compararte y cuidar tu autoestima digital.
Te levantás un domingo medio bajón, el pelo revuelto, cara de almohada nivel experto, y mientras esperás que se haga el café, abrís Instagram. Error. En menos de cinco minutos, ya viste a tres personas que fueron a la playa, una que corrió 10 km a las 7 am como si fuera una actividad placentera y otra que acaba de comprometerse con su pareja sonriente frente a una cascada. ¿Y vos? En pantuflas, sin lavar la cara y preguntándote por qué tu vida se parece más a una comedia dramática de bajo presupuesto.
Tranquila. No sos la única. Y no, no estás rota. Estás viva y navegando en las redes sociales, una combinación explosiva para la autoestima si no la manejamos bien.
Porque somos humanos. Y los humanos, desde la época de las cavernas hasta TikTok, nos comparamos para saber si estamos “bien”. Antes era por supervivencia (¿tengo suficiente comida como el otro?), hoy es por validación (¿me veo tan feliz/fit/enamorada/productiva como el resto?).
Las redes son una vidriera donde todos muestran su mejor ángulo, su mejor momento y su mejor luz. Literalmente. Hay filtros que te agrandan los ojos, te achican la nariz y te ponen piel de bebé aunque tengas un grano del tamaño de un alfajor. Es como mirar una película editada y pensar que es un documental.
Y entonces, cuando estás ahí viendo la “película de los demás” en loop, empezás a sentir que tu realidad es gris, aburrida o insuficiente. Pero esa sensación viene de una trampa mental: el sesgo de comparación social.
Es ese mecanismo automático que te hace evaluar tu vida en función de lo que ves que hacen los demás. El problema es que en redes no ves todo lo que hacen los demás. Ves lo que quieren mostrar. Y lo que quieren mostrar, muchas veces, es una versión hiperproducida y parcial de la realidad.
¿La pareja feliz que sube reels bailando juntos? Tal vez discutieron antes de grabar.
¿La influencer con cuerpazo en bikini? Capaz se sacó 50 fotos y subió una con tres filtros.
¿Tu amiga que sube stories en fiestas? Tal vez se siente sola cuando vuelve a casa.
La comparación no es el problema. Lo que distorsiona es comparar tu “detrás de escena” con el “highlight” de otros.
La verdad es que, en parte, sí es automático. Pero también podés entrenarte para frenar esa comparación y no dejar que te arruine el día. ¿Cómo?
Obvio. Nadie se muere por desinstalar Instagram una semana (aunque el primer día te va a picar el dedo al buscar el ícono automáticamente). Lo importante no es demonizar las apps, sino aprender a usarlas sin que te usen a vos.
Un “detox consciente” puede ayudarte a resetear la relación con las redes. Acá van algunos pasos:
Gran pregunta. Porque así como nos afecta lo que vemos de los demás, también podemos estar contribuyendo sin querer al mismo ciclo.
Capaz subís una foto tuya en la playa sonriendo cuando en realidad estabas triste ese día. O un video en el gimnasio después de una semana en la que no te pudiste levantar de la cama. Y ojo, no está mal querer mostrar momentos lindos. Lo que importa es no creernos que esa versión editada nuestra es la única válida.
Mostrar autenticidad también es un acto de rebeldía saludable. Una selfie despeinada, una historia contando que estás en pijama todo el domingo, un reel sobre cómo sobrevivís a la ansiedad. Todo eso también es parte de vos.
No. Sentirte mal por lo que sube alguien cercano no te hace una mala persona ni una envidiosa. Te hace humana. A veces nos pega más lo de la gente que conocemos porque lo sentimos más cercano: “¿Cómo puede ser que mi amiga esté tan bien y yo tan rota?”.
Pero recordá: cada quien vive sus propias batallas, y lo que muestra en redes puede ser apenas la parte más luminosa de un proceso que no conocemos.
Si te pasa seguido, hablalo. Tal vez puedas decirle algo como: “Ey, te veo súper arriba en redes, y a veces eso me hace sentir que soy la única que está pasándola mal. ¿Vos también tenés días raros?”. Esa charla puede abrir puertas a una conexión más real entre ustedes.
Acá van algunos tips prácticos:
Convertí tus redes en un espacio nutritivo:
Usá el scroll como pausa, no como escape:
Recuerda que no necesitás tener una vida perfecta:
✳️ Haz un test de realidad:
Las redes no son malas. Lo que puede ser dañino es la forma en que nos relacionamos con ellas. No tenés que eliminarlas ni vivir como si fueras una monja digital. Solo necesitás usar las redes con más conciencia y menos comparación.
Así que la próxima vez que te digas “¿por qué todos tienen una vida perfecta menos yo?”, respondete con humor y ternura: “Porque nadie sube stories cuando está llorando en el baño con el rimel corrido y un paquete de galletitas al lado. Y porque la vida real no siempre es viral, pero es 100% real”.
Y eso, querida amiga, es más valioso que cualquier filtro de Paris.