Descubrí el shrekening: la tendencia que libera de los estándares de belleza y celebra la atracción por la energía más que por lo físico.
Vivimos en un mundo donde todo parece filtrado, retocado, editado. Scrolleás dos minutos en Instagram y ya viste más “piel perfecta” que la que existe en toda la farmacia de tu barrio. Y claro, eso cansa. La presión estética es como un spam emocional que no pedimos y del que no podemos desuscribirnos tan fácil.
Acá entra el famoso término “shrekening”: una especie de rebelión frente al ideal de belleza. Una tendencia que dice “mirá, no me importa si tenés los abdominales de un superhéroe o la cara de una app de edición, lo que me atrae es otra cosa”. Menos perfección, más realismo.
El nombre viene del querido ogro verde, Shrek. Sí, el que vivía en un pantano, tenía orejas raras y, aun así, terminó siendo protagonista de una historia de amor épica. La idea es que no hace falta verse como modelo de revista para gustar o ser elegido.
El shrekening plantea que la atracción puede nacer de la energía, del humor, de la autenticidad, de cómo alguien te hace sentir. Que alguien “no sea lindo” no significa que no pueda hacerte latir el corazón.
Muchas mujeres (y también varones) sienten que viven bajo un foco constante: que si no se ven impecables, no valen lo mismo. Lo curioso es que cada vez más personas confiesan sentirse más libres cuando se permiten no cumplir con el checklist de la “belleza ideal”.
En el fondo, el shrekening es un alivio: “no necesito ser perfecta ni buscar perfección en otros”.
Seguro te pasó: conocés a alguien que, en la primera impresión, te pareció “meh”. Pero con el tiempo… boom: te empieza a encantar. Porque te hace reír, porque tiene una forma de mirarte que derrite, porque tiene una vibra que te conecta.
Eso también es shrekening: darse cuenta de que lo físico puede ser la puerta, pero no siempre es la que abre. A veces lo que enciende todo es algo que no se ve en selfies.
Una crítica que surge es: ¿y si esto del shrekening es solo una tendencia pasajera? Algo que hoy nos da alivio, pero mañana vuelve a aplastarnos la presión estética.
La respuesta está en cómo lo vivamos. Si lo tomamos como un permiso para ampliar lo que entendemos por atractivo, puede ser liberador. Pero si se convierte en otro hashtag que impone nuevas reglas, volvemos al mismo círculo vicioso.
Acá se pone interesante. Porque muchos se preguntan: ¿de verdad puedo enamorarme de alguien sin sentir atracción física?
La respuesta es que la atracción no es blanco o negro. Hay personas que se enamoran primero desde lo emocional y luego lo físico se enciende solo. En otros casos, la chispa inicial viene de lo físico y después se fortalece con la conexión.
Lo importante es entender que el amor y el deseo no siempre siguen el guión de las películas.
Ojo, no se trata de negar que lo físico importa. Sí, todos tenemos un “tipo” que nos llama más la atención. El problema empieza cuando lo convertimos en requisito absoluto.
El riesgo del shrekening es usarlo como bandera para decir: “yo soy más profundo porque no me fijo en lo físico”. En realidad, la gracia está en reconocer que la atracción es un combo: físico, emocional, mental. Y que cada persona arma su propio mix.
Algo que alimenta esta conversación es la diferencia entre lo digital y lo real. En redes, todo es pose, filtro y postura perfecta. En la vida real, la gente transpira, se despeina, tiene ojeras y aún así puede ser encantadora.
Quizá el shrekening nos recuerde que la magia está en lo cotidiano: en cómo alguien te comparte papitas sin pedir nada a cambio, en cómo canta mal en el auto y te hace reír, en cómo se acuerda de lo que le contaste una semana atrás.
El shrekening no es una fórmula mágica, pero sí un recordatorio: lo físico importa, claro, pero no define todo. La energía, la autenticidad y la conexión pesan mucho más de lo que pensamos.
¿Que si es una moda? Puede ser. ¿Que si nos ayuda a vivir más libres? Seguro. Y si mañana cambia el nombre de la tendencia, lo importante es que quede el mensaje: la belleza no es solo piel, también es vibra.