Hay una edad en la que todo el mundo empieza a preguntarte lo mismo: “¿Y vos qué vas a estudiar?” o peor: “¿Y ya sabés qué querés hacer con tu vida?” Como si una tuviera una bola de cristal o una aplicación mágica que dijera “tu vocación es… ¡medicina, sorpresa!”.
Spoiler: no existe esa app. Pero sí existen formas de hacer que este momento tan importante no sea una fuente de ansiedad constante, sino una oportunidad para conocerte mejor.
Esta nota es para vos, adolescente o joven que está por tomar decisiones que parecen gigantes (y lo son un poco). Pero también es para vos, que te sientes presionada, confundida o simplemente no tenés idea de qué te gusta. Tranquilo, tranquila, tranqui. Acá vamos a guiarte.
Porque no es cualquier elección. Porque parece que de eso depende TODO tu futuro. Porque todo el mundo opina. Porque pensás que si te equivocás, vas a estar atrapado en una oficina gris hasta los 65. Porque la vida adulta asusta. Y porque el algoritmo de TikTok no tiene un test vocacional (todavía).
La ansiedad aparece cuando sentimos que no tenemos el control. Y elegir una vocación puede sentirse como una apuesta a ciegas. Además, hay un miedo social muy real a “fallar”, a “perder el tiempo”, a “no cumplir las expectativas”.
Pero acá va una verdad que quizás te tranquilice: nadie tiene TODO claro a los 17. Ni a los 20. Ni a los 30. Elegir una vocación no es firmar un contrato con sangre. Es dar un primer paso. Y después vienen otros.
Primero, frená. Respirar también es parte del proceso.
Segundo, pregúntate:
No todas las respuestas tienen que ser productivas o rentables. A veces, detrás de “me encanta armar playlists” hay una mente creativa, sensible, que podría trabajar en diseño sonoro, comunicación o psicología. Lo importante es observar sin juicio.
Y un tip de oro: no elijas por descarte (“esto no me gusta, esto tampoco, bueno, me queda abogacía”). Elegí por deseo. Aunque sea chiquito.
Pregunta incómoda, pero clave.
Tus padres pueden tener buenas intenciones (la mayoría de las veces), pero eso no quiere decir que tengan razón sobre vos. Es válido que quieran que tengas “salida laboral” o “seguridad”, pero elegir en base al miedo ajeno no suele salir bien.
Escuchalos, sí. Agradece sus preocupaciones. Pero también pon tus propios límites: “Sé que te preocupa mi futuro, pero necesito tiempo para explorar lo que me hace feliz”. Nadie puede estudiar una carrera por vos. Nadie va a trabajar por vos. Tenés derecho a elegir.
Y si hay presión o chantaje emocional (“si no estudias derecho, no te pago la universidad”), es un buen momento para buscar una persona adulta aliada que te ayude a mediar. Puede ser un docente, un orientador vocacional, un tío buena onda.
¿Querés la verdad? La IA va a cambiar muchas profesiones. Pero también va a crear otras. Y las habilidades humanas (empatía, pensamiento crítico, creatividad, adaptabilidad) no se reemplazan fácil.
Más que elegir una carrera “a prueba de robots”, pensá en desarrollar talentos que puedan adaptarse a los cambios. Aprender a aprender es tu mejor inversión. La IA no es tu enemiga. Puede ser una herramienta más. Y si estudias algo que te gusta, vas a encontrar formas de reinventarte con el tiempo.
Además, ya lo dijo tu abuelo: “En mis tiempos, nos decían que las computadoras nos iban a dejar sin trabajo”. Y mirá, acá estamos.
¡Claro que sí! No estás casándote con tu elección. La flexibilidad laboral hoy es una realidad. Hay gente que empieza en ingeniería y termina en diseño gráfico. O que estudia derecho y luego se convierte en terapeuta floral. No hay una sola forma de vivir una vocación.
Pensá en tu carrera como una serie de capítulos. Algunos los escribís ahora, otros los reescribís después. Lo importante es que no te paralices por querer hacer “la elección perfecta”. No existe. Pero sí existen elecciones valientes, con autoconocimiento y con margen de ajuste.
A veces, el camino no es lineal. Y lo que hoy parece una decisión gigante, con el tiempo se vuelve parte de una historia que vas construyendo paso a paso. Con errores, con aprendizajes, con descubrimientos.
No sos solo una carrera. Sos mucho más. Y tu valor no depende de un título, ni de cuánto ganás, ni de qué tan exitoso sos en LinkedIn.
Sos una persona en construcción. Y eso, ya de por sí, es algo muy valioso.
¿Querés seguir este camino acompañado/a? En este blog vas a encontrar más notas sobre calma, elecciones conscientes, y cómo cuidarte mientras creces. Porque elegir bien también es elegir con amor propio.
Y si necesitás gritar al cielo “¡no tengo idea qué hacer con mi vida!”, no pasa nada. A todos nos pasó. Y sobrevivimos.