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Me da miedo crecer y ser adulto

Me da miedo crecer y ser adulto

Seguro lo sentiste alguna vez: te mirás al espejo y pensás “¿en qué momento pasé de jugar al Mario Kart a pagar impuestos?” O tal vez todavía ni llegaste a los impuestos, pero ya la palabra “adultez” te da escalofríos. Tranqui: no estás solo/a, y lo mejor, no estás “fallando” por sentirlo.

Crecer es inevitable, no hay botón de pausa, pero la buena noticia es que nadie tiene el manual de instrucciones de la vida adulta. Todos improvisamos más de lo que parece. Vamos a charlar de ese miedo, de por qué aparece y, sobre todo, cómo surfearlo sin perder tu esencia.

¿Por qué me da miedo crecer?

La respuesta corta: porque crecer implica salir de la zona segura y eso, naturalmente, asusta.

La respuesta larga:

  • La presión social: Desde que sos chiquito/a escuchás frases como “cuando seas grande…”. De repente ese futuro llegó y no sabés si tenés la ropa adecuada para la ocasión.
  • Los modelos rígidos: Te venden que ser adulto es tener trabajo fijo, casa propia, pareja estable,hijos, perro, plantas que no se mueren, y un plan de jubilación. Pero la realidad es que muchos no cumplen ese checklist.
  • El “qué dirán”: Si no seguís la ruta que los demás esperan, parece que estás fracasando. Y eso pesa.
  • El factor incertidumbre: En la adolescencia muchas decisiones se posponen porque “ya habrá tiempo”. Cuando el tiempo llega, la sensación es de vértigo: ¿qué pasa si elijo mal?

En resumen: da miedo porque crecer significa enfrentarse a un mundo lleno de decisiones y responsabilidades que serán solamente tuyas.

¿Es esperable sentir preocupación por la adultez?

Obvio. Lo común es sentir mezcla de ilusión y pánico: querés independencia, pero no querés que se corte el wifi de papá y mamá. Te emociona decidir por vos mismo/a, pero te agobia pensar en trámites, alquileres, responsabilidades.

La clave: reconocer que nadie tiene todo resuelto a los 18, a los 25… ni a los 35. Inclusive muchos a los 50 tampoco. Y eso no se refleja en sus redes sociales.

El miedo a la adultez no significa que estés “fallado/a”. Es solo tu mente avisándote que estás cruzando una etapa importante y necesita tiempo para adaptarse.

¿Cómo enfrentar el miedo a asumir responsabilidades?

Respirá: las responsabilidades existen, sí, pero no son un monstruo que se come tu diversión.

Algunos tips prácticos:

  • Divide en pasos pequeños. Si pensás “tengo que ser adulto”, te paralizas. Pero si lo bajás a “hoy voy a aprender a cocinar algo que no sea fideos” ya parece manejable.
  • Acepta que equivocarse es parte del proceso. La adultez no es ser perfecto, es animarse a probar, fallar, ajustar y seguir.
  • Redefine la palabra “responsabilidad”. No significa cargar el mundo en los hombros, sino aprender a cuidar de vos y, de a poco, de los demás.
  • Buscá ayuda cuando lo necesites. Ser adulto no implica resolver todo en soledad. Saber pedir apoyo también es madurar.

Expectativas vs. realidad:

Lo primero: relajate, porque nadie te obliga a cumplir con el molde que te vendieron. Podés ser adulto a tu manera.

  • ¿Querés seguir jugando videojuegos? Bienvenido, hay adultos con 3 hijos que streamean en Twitch.
  • ¿Querés viajar con mochila sin un plan fijo? También es adultez.
  • ¿No querés casarte, tener hijos o seguir la ruta tradicional? Perfecto, sos vos quien decide.
  • Quieres sumas más hobbies a tu tiempo libre. Dale, también cuenta.

La adultez no es dejar de ser joven, sino elegir cómo quieres vivir tu vida con las cartas que tenés. Cada quien arma su versión.

¿Cómo transitar el paso de la adolescencia a la adultez?

El tránsito puede sentirse como un salto al vacío, pero con algunos recursos se vuelve menos dramático:

  1. Dale lugar a tus emociones. Sentir miedo, incertidumbre, nostalgia, todo eso es válido. No lo niegues.
  2. Rodéate de referentes diversos. Ver que hay adultos que viven distinto (artistas, emprendedores, padres, solteros felices) abre el panorama.
  3. Construí tu red de apoyo. Amigos, familia, terapia, comunidad online… hablar de tus miedos alivia más de lo que creés.
  4. Entrena la flexibilidad. La vida adulta no es una recta, es más bien una montaña rusa. Cuanto más flexible seas, menos te vas a marear.
  5. Date permiso para no tener todo claro. Ser adulto no es tener certezas, sino aprender a navegar con dudas.
  6. Disfrutá lo bueno de crecer. Libertad para decidir, independencia económica (aunque cueste), descubrir quién sos más allá de lo que esperan los demás.

La adultez no es un traje único

Imagina que la adultez es como ir a una fiesta temática. Todos llegan disfrazados distinto: algunos de traje elegante, otros con jeans, otros con cosplay. No hay un disfraz obligatorio. Vos podés armar el tuyo, probar, cambiar, reinventarte.

La trampa es creer que hay una sola forma de ser adulto: la seria, la de “trabajo 24/7 y no tengo tiempo para reír”. Pero cada vez más gente entiende que crecer no es perder la chispa, sino aprender a usarla en otros escenarios.

Consejos clave para llevarte

  • Normaliza el miedo. No estás roto/a: sentir ansiedad por crecer es parte de crecer.
  • Elige tus batallas. No todo se resuelve de golpe, empezá por lo urgente y lo posible.
  • Construí tu propia definición de adultez. Puede incluir plantas, gatos, viajes, cambios de carrera, fiestas, terapias, hobbies… lo que te haga sentido.
  • Recuerda que ser adulto no significa dejar de divertirte. Madurar es integrar la risa, el error y la búsqueda en tu vida cotidiana.
  • Sé compasivo/a con vos mismo/a. Si no cumplís con los tiempos que imaginabas, no pasa nada: estás aprendiendo, y eso ya es un logro.

Para cerrar

El miedo a crecer es, en el fondo, miedo a lo desconocido. Pero la verdad es que nadie sabe exactamente cómo hacerlo: todos improvisamos, aprendemos y nos caemos en el camino.

Lo importante no es cumplir un molde, sino atreverse a diseñar tu propia versión de adultez, con dudas, con miedos y también con momentos de mucha libertad.

Así que la próxima vez que te asuste la idea de “ser adulto”, recuerda: no tienes que estar listo/a, porque nadie lo está del todo. Y eso es justamente lo que hace a la vida más interesante.

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