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¿Las bebidas energéticas disparan mi ansiedad? Lo que dice la ciencia y lo que tu cuerpo ya sabía

¿Las bebidas energéticas disparan mi ansiedad? Lo que dice la ciencia y lo que tu cuerpo ya sabía

En la vida universitaria hay una palabra que se repite como un mantra silencioso: cansancio. Tareas, parciales, cursadas eternas, y ese sentimiento de estar apagada incluso cuando dormiste siete horas. Entonces, entran en escena las protagonistas de esta historia: la cafeína, la taurina y el azúcar. Un cóctel que promete energía, enfoque y productividad, pero que muchas veces viene con efectos secundarios no tan glamorosos: palpitaciones, ansiedad, insomnio y un déficit de atención que ni TikTok logra explicar.

Hoy vamos a desarmar esa bomba de tiempo con burbujas para entender qué le hacen realmente estos ingredientes al sistema nervioso y cómo sostener la energía sin depender de una lata brillante.

¿Cómo afectan las bebidas energéticas a la salud mental?

Las bebidas energéticas están diseñadas para estimular el sistema nervioso central. Y lo hacen con entusiasmo: una lata puede contener entre 150 y 300 mg de cafeína, taurina en dosis elevadas y azúcar en cantidades que rivalizan con una porción de torta.

El problema no es solo la estimulación física, sino la sobrecarga que generan en un cerebro ya exigido por el estrés académico y las emociones propias de la juventud. Diversos estudios asocian su consumo habitual con:

  • Aumento de la ansiedad.
  • Trastornos del sueño.
  • Irritabilidad y cambios de humor.
  • Riesgo de ataques de pánico en personas predispuestas.

¿Cuáles son sus efectos inmediatos en el cerebro?

La cafeína bloquea los receptores de adenosina (la molécula que te avisa que es hora de descansar), y esto provoca una falsa sensación de alerta. También estimula la producción de adrenalina y dopamina, lo que eleva tu estado de excitación… y sí, también tu irritabilidad si ya venías con el día complicado.\

La taurina, aunque tiene efectos calmantes en dosis moderadas, puede potenciar la acción de la cafeína si se combina con ella y con azúcar. Esto altera los niveles de GABA (un neurotransmisor que ayuda a calmar el cerebro), generando hiperactividad, nerviosismo e incluso dificultad para concentrarse en tareas prolongadas.

El azúcar, por su parte, genera picos de glucosa que el cuerpo responde con una descarga de insulina. ¿Resultado? Un subidón rápido de energía… seguido de una caída abrupta, fatiga e irritabilidad.

¿Qué ocurre si ya sufres de ansiedad y consumes energizantes?

Este es el combo que nadie recomienda: ansiedad + energizantes. Si ya convives con síntomas de ansiedad, lo más probable es que al consumir una bebida energética:

  • Tu frecuencia cardíaca aumente.
  • Tu respiración se vuelva más superficial.
  • Tu atención se vuelva errática.
  • Tus pensamientos se aceleren.

Todo esto puede desencadenar una crisis de ansiedad o pánico, aunque no tengas antecedentes clínicos. Y si ya viviste una situación así, probablemente sepas lo difícil que es volver a calmarse sin que parezca que estás en medio de una escena de drama universitario interno.

¿Qué otras bebidas o hábitos empeoran la ansiedad?

La cafeína no es la única culpable. Otras bebidas y hábitos pueden aumentar el nerviosismo sin que te des cuenta:

  • Café en exceso: más de dos tazas diarias pueden alterar el sueño y el humor.
  • Mate muy fuerte y constante: especialmente si lo tomás con el estómago vacío.
  • Alcohol social nocturno: afecta la calidad del sueño y eleva el cortisol al día siguiente.
  • Falta de descanso real: dormir poco, mal o en horarios irregulares.
  • Saltarse comidas o comer solo azúcar: altera el nivel de glucosa y afecta la concentración.

Si además vivís a mil por hora, sin pausas ni momentos de calma, tu sistema nervioso vive en alerta constante. Y cuando estás en modo alerta, no pensás bien, no comés bien y no estudiás bien.

¿Qué snacks y micro-hábitos elevan la energía sin riesgo?

La buena noticia: existen formas de tener energía sostenida, mejorar la atención y rendir bien sin alterar tu equilibrio emocional.

Snacks que ayudan:

  • Frutos secos con frutas frescas (almendras y banana, por ejemplo).
  • Tostadas integrales con palta o hummus.
  • Yogur sin azúcar con chía y semillas.
  • Huevos duros o rollitos de jamón con vegetales.
  • Chocolate amargo (70% o más) + agua fría.

Estos alimentos tienen bajo índice glucémico, liberan energía lentamente y mantienen la mente despierta sin crear picos artificiales.

Micro-hábitos sostenibles:

  • Pausas activas cada 45-50 minutos: estirarte, caminar, tomar agua.
  • Luz natural al despertar: regula el ciclo circadiano.
  • Respiración consciente entre tareas: tres minutos de respiración lenta mejoran el foco.
  • Evitar pantallas 30 minutos antes de dormir.
  • Escuchar música suave o sonidos de la naturaleza al estudiar.

¿Rutinas sostenibles de energía universitaria? ¡Sí, existen!

El verdadero secreto no está en una bebida, sino en crear un entorno que sostenga tu energía de forma natural. Acá van algunas estrategias simples pero poderosas:

1. Desayuno proteico
Comenzar el día con proteínas estabiliza tu glucosa y mejora el rendimiento. Un ejemplo: tostada integral + huevo + fruta + té o infusión sin cafeína.

2. Estudio en bloques
La técnica Pomodoro (25-45 minutos de foco + pausa corta) mejora la productividad sin agotar tu cerebro. No sos una máquina: respetar tus ciclos de atención mejora tu memoria.

3. Almuerzos con carbohidratos, fibra y proteína
Arroz integral con vegetales y legumbres, ensaladas con pollo o tofu, o un bowl con quinoa, huevo y semillas son opciones que nutren y no te dejan “a media máquina”.

4. Rutina de sueño constante
Dormir entre 7 y 8 horas, en horarios similares, es más efectivo que cualquier lata con taurina. Tu cerebro necesita orden para funcionar bien. Dormir poco hoy se paga mañana en déficit de atención.

5. Movimiento diario
No hace falta una hora de gimnasio: bailar 10 minutos, caminar media hora o estirar en la cama también cuenta. El cuerpo en movimiento oxigena el cerebro y baja la ansiedad.

¿Entonces… las bebidas energéticas empeoran mi ansiedad?

Sí, y no es solo intuición: la ciencia lo confirma. El consumo frecuente de bebidas energéticas se asocia con niveles más altos de ansiedad, alteraciones del sueño y menor rendimiento cognitivo sostenido.

Si bien una lata ocasional no te va a arruinar la vida, si sentís que necesitás una todos los días para sobrevivir, es hora de revisar tu rutina. Tal vez tu cuerpo no necesita más estimulación, sino más descanso, mejor comida y espacios de autocuidado real.

Conclusión: energía sin ansiedad es posible (y no viene en lata)

Estudiar, rendir bien y tener vida social no debería implicar sacrificar tu calma mental. Con pequeños ajustes en tu alimentación, tus pausas y tu rutina de descanso podés construir una energía real, sostenida y amiga de tu salud mental.

Tu cuerpo habla, y muchas veces lo hace a través de esa taquicardia o ese nudo en el pecho después de una bebida energética. Escuchalo. Tal vez no necesitás acelerarte más. Tal vez solo necesitás volver a vos.

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