¿Sabías que puedes tener una relación mucho más llevadera con la ansiedad? Una de las técnicas que podemos utilizar es el mindfulness, una herramienta que puede ser nuestro mejor aliado para calmar ataques de ansiedad y recuperar nuestro bienestar emocional. La ansiedad no se controla, se gestiona.
Las emociones son automáticas, reacciones instantáneas a lo que está pasando en el presente y nosotros, los humanos, somos expertos en preocuparnos antes de tiempo por lo que podría suceder. Ahí es donde la ansiedad hace su entrada triunfal.
El mindfulness, o atención plena, nos enseña a entrenar nuestra mente para todo lo contrario: estar plenamente conscientes del momento presente, sin juzgar, aceptando lo que viene. Nos libera de la prisión de nuestra mente, que tiene una habilidad especial para inventarse problemas cuando no los hay. Pero a veces, se lo toma demasiado en serio y terminamos perdiendo el control de nuestras vidas.
Con el mindfulness, desarrollamos una actitud de aceptación.
Pensar en el futuro está bien, pero como todo, en exceso puede ser perjudicial. La ansiedad se alimenta del miedo al miedo, nos intoxica con pensamientos catastróficos sobre lo que podría pasar. Y mientras más luchamos contra ella, más grande y gruñona se vuelve. Por eso es tan importante recurrir al mindfulness.
La ansiedad, en su esencia, está tratando de ayudarnos, avisándonos de posibles peligros. Pero si en lugar de enfrentar lo que está por venir, luchamos contra la ansiedad porque no nos gusta cómo nos hace sentir, en vez de aliada, se convierte en enemiga.
Con el mindfulness, desarrollamos una actitud de aceptación: dejamos de luchar contra la ansiedad y demostramos que somos capaces de manejarla. Porque cuando luchamos contra la ansiedad, ella crece y convivir con ella se convierte en un verdadero tormento. Con la atención plena, aprendemos a hacer las paces con nuestra ansiedad. Nos reconciliamos con ella.
Para que el mindfulness se convierta en tu mejor aliado contra la ansiedad, es necesario seguir algunas herramientas prácticas:
Realiza actividades cotidianas de manera consciente y lenta, prestando atención a cada detalle a través de tus cinco sentidos. Puedes intentar hacer las cosas con la mano no dominante para aumentar tu conciencia.
Al practicar estas técnicas, tu mente comenzará a intentar relacionarse de manera saludable con la ansiedad. No se trata de convencerte a ti mismo de que todo está bien, sino de cambiar la forma en que tu mente reacciona naturalmente ante los desafíos. De esta manera, podrás enfrentar tus miedos junto a tu nueva aliada, la ansiedad, sin necesidad de eliminarla por completo.
STOP: para, respira, observa tus sensaciones corporales y luego continúa con lo que estabas haciendo.
Recuerda, la ansiedad no es tu enemiga, es solo una señal de que hay algo importante que enfrentar. Con el mindfulness, puedes aprender a convivir con ella de una manera mucho más tranquila y equilibrada.