Zerenly

Ansiedad en el cuerpo

Síntomas de ansiedad: cómo reconocerlos en mi cuerpo

A ver si te suena: no dormiste bien, te levantaste con la mandíbula apretada, la panza revuelta y una tensión en los hombros como si te hubieras peleado con un oso. No tenés fiebre, no estás resfriada, y sin embargo… te sentís terriblemente mal.

Y ahí aparece la gran pregunta existencial: “¿Me estaré enfermando… o será la ansiedad otra vez?”

Spoiler: puede ser ansiedad. Y no, no sos la única. Ni exagerada, ni dramática. Estás viva, con emociones, responsabilidades, pensamientos que no paran, y un sistema nervioso que a veces entra en modo ¡sálvese quien pueda!.

Vamos a desarmar el misterio juntas.

¿Qué es la ansiedad y por qué se siente tan rara en el cuerpo?

La ansiedad no es solo “estar nerviosa”. Es una respuesta del cuerpo ante lo que percibe como una amenaza. Puede ser real (una materia que no estudié), simbólica (¿y si mi ex sube una historia con alguien más?) o completamente imaginaria (¿y si me pasa algo horrible mañana?). El cuerpo, que no distingue bien entre realidad y pensamiento, activa todo su sistema de alarma igual.

Y ahí es donde aparecen los síntomas físicos. Porque aunque la amenaza esté en tu mente, la respuesta es muy corporal.

Síntomas físicos comunes de la ansiedad

  • Dolor o presión en el pecho: no, no es un infarto ni hay un elefante parado en tu pecho. Es tensión muscular y respiración acelerada.
  • Náuseas, molestias gastrointestinales, “nudo” en el estómago: porque el sistema digestivo está conectado al cerebro. Literal.
  • Tensión en mandíbula, cuello y hombros: cuando no podés soltar el estrés, tu cuerpo tampoco lo hace.
  • Sensación de falta de aire o respiración corta: hiperventilar sin darte cuenta es parte del combo.
  • Palpitaciones, manos frías o sudorosas: tu cuerpo está en “modo alerta”.
  • Dolores musculares o de cabeza: tensión sostenida = músculos agotados.
  • Fatiga física sin causa aparente: como si hubieras corrido una maratón mental. (Y sí, la corriste).
 

¿Y en la mente? Síntomas cognitivos de la ansiedad

  • Dificultad para concentrarte: tu atención está secuestrada por pensamientos tipo “¿y si…?”.
  • Olvidos frecuentes: porque tu memoria a corto plazo está saturada por el estrés.
  • Rumiación mental: pensar y repensar lo mismo 48 veces al día.
  • Miedo a perder el control o “volverse loca”: muy común, aunque infundado.
  • Sensación de estar desconectada de vos misma o del entorno: algo así como ver tu vida en tercera persona.

¿La ansiedad puede hacer que me olvide cosas?

Sí, totalmente. Cuando estás ansiosa, tu mente está enfocada en anticipar, prevenir, evitar. Todo eso consume muchísima energía mental. El resultado: te olvidás de lo que ibas a decir, perdés cosas, repetís preguntas.

No es que estés mal de la memoria, es que tu cerebro está en modo “supervivencia” y no tiene recursos libres para el resto.

¿Qué síntomas son normales y cuáles requieren atención?

Primero: no sos un robot. Sentir ansiedad ante un examen, una cita o una mudanza es normal. El problema aparece cuando:

  • Sentís ansiedad todos los días, sin razón clara.
  • Te cuesta dormir o descansar bien.
  • Tu cuerpo está tan tenso que siempre duele algo.
  • Empezás a evitar cosas por miedo (salir, hablar, decidir).
  • Tus pensamientos te abruman o paralizan.

Si eso te pasa, no estás “rota”. Pero sí estás necesitando ayuda. La ansiedad es tratable. No tenés que vivir así para siempre.

¿Por qué me duele el cuerpo si no estoy enferma?

Porque el estrés constante activa el sistema nervioso simpático (el de “huí o peleá”) una y otra vez. Eso:

  • Tensa músculos.
  • Cambia la forma de respirar.
  • Aumenta el cortisol (una hormona del estrés).
  • Desgasta físicamente.

A veces duele la panza, otras veces la espalda, otras la cabeza. El cuerpo habla. Y si no lo escuchás con atención, grita.

¿Cómo explicarle a alguien que esto no es solo “estar nerviosa”?

A veces la gente minimiza porque no entiende. Acá va un glosario para ayudarte a ponerlo en palabras simples:

No es solo “estar nerviosa” → Es tener síntomas reales que afectan el cuerpo y la mente.
No es algo que se pasa con “pensá en otra cosa” → Es como tener una alarma que suena todo el tiempo, sin poder apagarla.
No es falta de voluntad → Es un estado emocional y fisiológico que necesita herramientas, no fuerza bruta.
No siempre se nota desde afuera → Muchas personas con ansiedad “funcionan” en lo cotidiano, pero por dentro están en modo montaña rusa.

Podés decir:
“No necesito que me soluciones nada, solo que entiendas que esto me afecta. Y que me acompañes sin juicio.”

¿La ansiedad puede generar cansancio físico y mental?

100%. Es como si tu cuerpo estuviera corriendo una carrera interna que vos no ves, pero que agota. Podés sentir:

  • Sueño constante.
  • Ganas de quedarte en cama aunque no estés triste.
  • Poca tolerancia a estímulos (ruido, gente, tareas).
  • Cansancio emocional: “Estoy harta, pero no sé de qué”.

Es tu sistema pidiendo un recreo urgente. Y sí, descansar también es parte del tratamiento

¿Qué podés hacer si te identificás con todo esto?

Poné en palabras lo que sentís: escribir, hablar, dibujar, grabarte. Lo que sea que te ayude a sacar lo que tenés adentro.
Probá técnicas de regulación emocional: respiración diafragmática, mindfulness, yoga suave, caminatas sin auriculares. No solucionan todo, pero ayudan mucho.
Reducí el bombardeo de estímulos: menos redes, menos noticias, menos multitasking. Tu mente necesita menos info, no más.
Pedí ayuda si lo necesitás: psicoterapia, grupos de apoyo, alguien que te escuche sin decir “tranquilizate”.

En resumen

La ansiedad no es un invento, ni un capricho, ni una moda. Es un lenguaje que tu cuerpo y tu mente usan para decir: “Estoy tratando de adaptarme, pero necesito ayuda”.

No estás sola en esto. Hay muchas formas de sentirla, pero también muchas formas de acompañarla. Y una de las mejores cosas que podés hacer es dejar de pelearte con vos misma por sentir lo que sentís.

Porque no se trata de eliminar la ansiedad, sino de aprender a entenderla. Como quien aprende a calmar a una amiga que llora fuerte: con paciencia, con ternura, y sin apagarla, sino abrazándola.

Notas relacionadas

¿Qué aconsejan nuestros especialistas?