El cerebro de los adolescentes está en una etapa crucial de desarrollo, enfocándose más en recompensas y riesgos que el de los adultos. Esta combinación los hace más propensos a buscar experiencias nuevas y emocionantes, pero también puede llevar a comportamientos impulsivos y menos considerados en comparación con los adultos. Durante esta fase, los jóvenes empiezan a buscar su identidad y suelen pedir más libertad a sus padres, lo cual puede ser un reto para estos últimos.
Cuando los adolescentes experimentan con drogas y otras sustancias adictivas, ponen en riesgo su salud y seguridad. Las sustancias adictivas pueden afectar el cerebro adolescente de manera significativa, sobrecargando los circuitos de recompensa y provocando cambios duraderos.
Los adolescentes son especialmente susceptibles en entornos sociales, donde la presión de grupo puede influir mucho en sus decisiones. La necesidad de sentirse aceptados puede llevar a los adolescentes a imitar el comportamiento de sus amigos, especialmente si estos consumen drogas. Los jóvenes también pueden probar sustancias para sentirse más seguros en situaciones sociales o para lidiar con el estrés y la soledad.
Cuando los adolescentes experimentan con drogas y otras sustancias adictivas, ponen en riesgo su salud y seguridad.
El alcohol y el tabaco son algunas de las sustancias más accesibles para los adolescentes debido a su legalidad para los adultos, lo que puede dar la falsa impresión de que son menos dañinas. Sin embargo, ambas sustancias son peligrosas para los jóvenes. El abuso de drogas en adolescentes puede tener varias consecuencias negativas:
Enfatiza cómo el uso de drogas puede afectar aspectos importantes de su vida.
Señales como cambios en las amistades, hábitos alimenticios, patrones de sueño, apariencia, solicitud de dinero, coordinación o rendimiento escolar pueden ser una advertencia de que algo está sucediendo. Otros indicios incluyen comportamiento irresponsable, falta de juicio y desinterés general.