Imagina que estás en una juntada con tus amigos. Entre risas, alguien saca un vape con sabor a “frutilla explosiva” (que, spoiler: no existe en la naturaleza). Te lo pasan, y de pronto sientes que tu cerebro se divide en dos voces:
Si esta escena te resulta familiar, no estás solo. El vapeo no es solo un asunto de nicotina y sabores, también es un asunto de emociones, identidad y, sí, de ansiedad.
Antes de juzgarte (o de que lo hagan), recordemos algo: todos, en algún momento, hemos hecho algo para sentirnos parte de un grupo. El ser humano es como un Wi-Fi emocional: necesitamos conexión para funcionar.
El problema es cuando esa conexión depende de hacer algo que en el fondo no nos convence. Si estás vapeando solo porque todos lo hacen, no significa que seas débil. Significa que, como cualquier adolescente, estás navegando por las aguas turbulentas de la aceptación social. Y ahí, es fácil subirse a cualquier bote… incluso si ese bote huele a caramelo artificial.
Otra posibilidad es que no lo hagas por los demás, sino por ti. El vape puede convertirse en un mini “botón de pausa” para la ansiedad. Lo malo es que es una pausa falsa: te calma por un momento, pero no resuelve lo que te inquieta.
Aquí un dato que no suele aparecer en los videos cool de redes: la nicotina es adictiva y puede aumentar los niveles de ansiedad cuando no la estás consumiendo. Es como invitar a un amigo a calmarte… que luego te pone mas nervioso si no aparece.
No importa si el sabor es “chicle de sandía” o “galleta de vainilla con chispas de unicornio”:
Y no, el hecho de que sea “moderno” no lo hace más seguro. Hubo una época en que fumar cigarrillos también se veía como algo “cool” y ya sabemos cómo terminó la historia.
Dejar el vape no es solo decir “listo, no más” y esperar que todo fluya. Hay una parte práctica y otra emocional:
Esto es FOMO (Fear Of Missing Out, o miedo a perderse algo). La misma sensación que tienes cuando todos comentan un meme o un concierto y tú no lo viste.
En la adolescencia, la identidad todavía se está armando, y sentir que “no estás al día” puede hacer que tu cerebro grite: “¡Te estás quedando fuera de la tribu!”
Pero aquí viene el truco: las modas cambian más rápido que los filtros de TikTok. Lo que hoy es tendencia (el vape, un challenge, un accesorio) mañana será reemplazado por otra cosa. La ansiedad baja cuando entiendes que tu valor no depende de seguir todas las modas, sino de mantener lo que realmente te gusta.
Decir que no puede dar más miedo que hablar en público, pero no tiene por qué ser dramático:
Si un “amigo” solo te acepta cuando haces lo que él quiere, tal vez lo que pierdes no es un amigo, sino un peso extra.
La próxima vez que estés frente a un vape, recuerda: lo verdaderamente atractivo es ser coherente contigo mismo. No se trata de ir contra el mundo, sino de no ir contra ti.
La moda pasa, los grupos cambian, pero tu salud y tu tranquilidad mental te acompañan a largo plazo. Y eso sí que es tendencia eterna.
Vapear por presión social o por ansiedad es más común de lo que parece, pero no es la única opción. Con un poco de autoconocimiento, algunas frases listas y estrategias simples, puedes decir “no” sin quedarte fuera del grupo y, de paso, cuidar tu salud.
La próxima vez que veas esa nube de vapor con olor a “torta de cumpleaños”, recuerda: lo que te hace pertenecer no es lo que inhalas, sino lo que eres.