Seguro te pasó. Estás en una conversación por chat con alguien que te gusta, tu mejor amiga o ese crush con el que venías fluyendo re bien… y de repente:
“Ah”
“Ok”
“Jaja”
“Dale”
Y vos ahí, con el emoji congelado en el dedo, preguntándote si tu mensaje fue tan aburrido como para merecer semejante puñalada emocional. Bienvenidx al mundo del dry texting.
El dry texting (o textear en seco) es cuando alguien responde con frases cortas, frías, sin emoción y sin intención aparente de continuar la conversación. Es como hablar con un cactus: puede que esté vivo, pero no esperes mucha interacción.
No es lo mismo que responder brevemente porque estás apurado o porque no sabés qué decir. El dry texting tiene un aire de me-da-igual, como si estuvieras molestando a la persona con tus ganas de conectar.
Algunos ejemplos clásicos:
¿Dolió leerlo? Porque dolió escribirlo.
Ahora, no nos vayamos de boca. No siempre significa que no te quiere hablar. Hay muchas razones por las que alguien puede mandar mensajes secos, y no todas son personales.
Algunas causas comunes:
Ansiedad, confusión, un poco de “¿qué hice mal?”, y bastante “¿le hablo de nuevo o ya fue?”. Y está bien sentir eso. Las conversaciones por chat también son formas de vincularnos, y cuando hay un silencio frío del otro lado, se siente raro.
A veces, el dry texting nos hace dudar de nosotros mismos. Nos preguntamos si estamos siendo intensos, si molestamos, si deberíamos “hacernos los interesantes” y desaparecer tres días para ver si nos extrañan. (Spoiler: no hace falta hacer todo ese circo para saber si alguien te quiere hablar).
No. Bueno, probablemente no.
Si sos de escribir testamentos emocionales y mandás 6 audios seguidos, puede que el otro se sienta un poco abrumado. Pero eso no significa que merezcas respuestas tipo “ok”.
Una conversación se construye de a dos. Si solo vos estás empujando el carro y del otro lado hay puro silencio (o monosílabos), es lógico que te sientas frustrado/a. Eso no te hace pesado/a. Te hace humano/a, con ganas de conectar.
Acá te van algunas ideas, según tu nivel de coraje y tu necesidad emocional del momento:
1. Chequeá el contexto
¿Siempre fue así o cambió? ¿Está pasando algo? ¿Siempre te responde igual o solo últimamente? A veces hay cosas que no tienen que ver con vos.
2. Mandá un mensaje directo (pero amable)
Podés decir algo como:
“Che, siento que últimamente no estás con muchas ganas de hablar. ¿Todo bien?”
No se trata de reclamo, sino de cuidado.
3. Cambiá el canal
Capaz chatear no es lo suyo. Proponé una videollamada, una salida, un audio. Hay gente que se expresa mejor hablando que escribiendo.
4. Poné límites emocionales
Si te está afectando mucho, tomá un poco de distancia. No te fuerces a sostener conversaciones que te hacen sentir mal. No es ghosting, es autocuidado.
5. No te tomes todo personal
Esto es difícil, pero liberador. No sos responsable de las ganas (o la falta) del otro.
¡Ajá! Te descubrimos. Si te sentís identificado/a con el “ok”, acá van algunas preguntas para vos:
Si no querés hablar, está bien. Pero si te importa la relación, explicá que estás con poco ánimo, o que preferís hablar más tarde. La honestidad es mil veces mejor que dejar al otro en modo “¿me odia o se le cayó el celu al inodoro?”.
Chatear puede ser hermoso. Una conversación que fluye, memes compartidos, confesiones a la 1AM… todo eso puede crear vínculos reales. Pero también puede ser una fuente de malentendidos y dudas si no hay reciprocidad.
Algunas claves para que no seas ni víctima ni autor del dry texting:
¡Para nada! Todos merecemos vínculos que se sientan vivos. No es ser demandante pedir que alguien nos conteste con un mínimo de emoción si estamos abriendo nuestro mundo interior (o al menos, contando lo del alfajor).
Y si la otra persona no puede (o no quiere) poner eso, no es tu tarea convencerla. Es tu tarea cuidarte.
El dry texting no es un crimen, pero sí puede ser una señal. De falta de interés, de poco tiempo, de estilos diferentes. No siempre significa que no te quieren. Pero si te hace sentir ignorado, confundido o menospreciado, merece que lo registres.
Lo más importante: tu valor no se mide por la cantidad de emojis o palabras que recibís. Sos una persona entera, incluso cuando te clavan el visto.
Y si sentís que siempre te pasa esto, que te enganchás con gente que no responde con la misma intensidad, quizás sea hora de revisar qué tipo de vínculos estás eligiendo… y por qué.
Spoiler final: merecés alguien que te conteste con ganas. Aunque sea con un “jajaja” que se sienta genuino.