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¿Soy adicto a los videojuegos? Señales y plan de rescate

¿Soy adicto a los videojuegos? Señales y plan de rescate

Si tu idea de una buena noche incluye jugar partidas hasta las 2 AM, prometerte “una más y me voy” que se convierte en una maratón de seis, y si tu mouse brilla más que tus neuronas a esa hora… tenemos que charlar.

Esto no es un post anti-gaming, al contrario: los videojuegos pueden ser increíbles. Lo que venimos a hacer acá es revisar juntos qué pasa cuando esa diversión empieza a colarse en tu salud física, mental y, sobre todo, en tus horas de sueño. Porque sí, jugar está buenísimo, pero si al día siguiente sentís que tenés el cerebro “con baja bateria”, algo hay que revisar.

¿Qué pasa si jugás videojuegos de noche de forma habitual?

La primera víctima es la melatonina, esa hormona que le dice a tu cuerpo que es hora de dormir. La luz azul de las pantallas interfiere con su producción. En otras palabras: tu cerebro piensa que es de día, aunque sean las 2 de la mañana.

Además, los videojuegos estimulan tu sistema nervioso como si estuvieras escapando de un dragón. Cada partida es un festival de estímulos: decisiones rápidas, gritos, adrenalina, recompensas, frustraciones. Y todo eso retrasa la relajación natural que tu cuerpo necesita para entrar en modo sueño profundo.

¿El combo final? Dormís mal, te levantás con el humor de lunes eterno, te cuesta concentrarte, se te olvidan cosas simples como dónde dejaste las llaves, y sentís que el mundo está en modo “difícil” desde que abrís los ojos.

¿Cuántas horas de juego se consideran adicción?

No hay un número mágico. Jugar no es sinónimo de adicción. De hecho, puede ser una forma saludable de relajarte o conectarte con otros. Pero si el joystick empieza a manejarte a vos, hay que prender una alerta.

La Organización Mundial de la Salud define el trastorno por videojuegos cuando:

  • El juego se vuelve más importante que otras actividades básicas como dormir, comer, estudiar o socializar.
  • Seguís jugando a pesar de las consecuencias negativas.
  • Ese patrón se mantiene durante al menos 12 meses.

Si jugás varias horas diarias, especialmente por la noche, y ya notás que te afecta en tu cuerpo, tu ánimo o tus vínculos, es hora de pausar, observar, y tomar el control… pero de tu vida.

¿Qué es la regla del 20-20-20 (adaptada al gaming)?

Originalmente, esta regla se usa para evitar fatiga visual por pantalla:
cada 20 minutos, mirá un punto a 6 metros (20 pies) de distancia, durante 20 segundos.

Versión gamer-adaptada:

  • Poné un timer o programá descansos: cada 20 minutos, alejá la vista, parate, hidratate.
  • Mirá por la ventana, mové el cuello, soltá las manos.
  • Aprovechá para recargar también tu atención (y no solo la barra de energía del personaje).

Tu vista y tu concentración te lo van a agradecer.

¿Cómo programar descansos efectivos entre partidas?

Sabemos que no es fácil decirle “basta” a una partida online. Pero si no hacés pausas, tu cuerpo (y tu cabeza) se empiezan a fundir.

Acá van algunas estrategias para lograr descansos reales:

  • Hard-stop horario: elegí una hora tope para jugar (por ejemplo, hasta 22:30) y respetala como si fuera tu alarma para una cita importante. Porque lo es: tu cita con el descanso.
  • Descansos entre partidas: cada 2 o 3 partidas, tomate 5-10 minutos para levantarte, estirar brazos y piernas, y descansar la vista.
  • Fuera de la pantalla: durante el descanso, evitá mirar otra pantalla. Escuchá música, tomá agua, andá al baño, hablá con un ser humano real (aunque sea un saludo a tu mascota).
  • Apps aliadas: existen aplicaciones que te avisan o bloquean el juego cuando te pasás del tiempo. Suenan molestas, pero pueden ser grandes aliadas si te cuesta frenar.

¿Qué hábitos de higiene del sueño puede adoptar un gamer?

Dormir bien no es un lujo, es parte del entrenamiento básico. Así como cuidás tus habilidades en el juego, también podés cuidar las de la vida real: concentración, humor, memoria, energía.

Te dejo algunos consejos concretos:

  1. Activa el filtro de luz cálida en todas tus pantallas a partir de las 20:00. Se puede hacer desde el celular, la compu o con apps.
  2. No juegues desde la cama. Esa asociación mental “pantalla = cama” arruina tu descanso. La cama es solo para dormir y otras actividades igual de relajantes.
  3. 45 minutos sin pantallas antes de dormir. Ya sé, suena imposible. Pero podés empezar con 15 minutos e ir sumando. En ese rato hacé algo tranquilo: leer, escuchar un podcast, respirar profundo.
  4. Creá tu “ritual de apagado”: luces bajas, música suave o infusión caliente. Ayuda a tu sistema nervioso a entender que la aventura terminó.

Elegí una hora fija para irte a dormir, incluso los fines de semana. Esto regula tu reloj biológico. Sí, vas a resistirte. Pero a la tercera noche con buen descanso, vas a entender por qué valía la pena.

¿Cómo saber si jugar me está afectando más de lo que pensaba?

Hacete estas preguntas sin juicio:

  • ¿Estoy durmiendo menos de 6 horas por quedarme jugando?
  • ¿Estoy más cansado, irritable o distraído durante el día?
  • ¿Me cuesta parar aunque sepa que estoy agotado?
  • ¿Siento culpa después de largas sesiones nocturnas?
  • ¿He dejado de hacer otras cosas que me gustaban por jugar?

Si varias respuestas son sí, no es drama ni hay que soltar el joystick para siempre. Pero sí vale revisar tus hábitos. El objetivo no es dejar de jugar, sino jugar mejor, de forma más consciente y sin que el juego te gane el sueño, el humor o la memoria.

Bonus level: tips rápidos para dormir mejor después de jugar

  • Bajá el volumen del juego hacia el final de la sesión.
  • Evitá juegos de terror o de mucha acción justo antes de dormir (tu cuerpo no sabe que es un juego).
  • Poné un timer en el celular para que te avise que es hora de apagar todo.
  • Tené tu espacio de juego separado de tu zona de descanso (aunque sea con una luz distinta).

Dormir bien no te quita puntos de experiencia. Al contrario: mejora tus reflejos, tu atención, tu paciencia y tu humor. En pocas palabras, te convierte en un mejor jugador… de la vida real también.

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