Si estás leyendo esto, probablemente sea porque algo en tu intuición se activó. Quizás notaste que tu hijo ya no es el mismo al volver de la escuela. O simplemente querés estar preparada por si alguna vez algo así llega a pasar. Sea cual sea tu motivo, quiero decirte algo desde el comienzo: si te preocupa el bienestar emocional de tu hijo, ya estás haciendo mucho. Estás prestando atención, y eso marca la diferencia.
Hoy quiero acompañarte en un tema que angustia, moviliza y, muchas veces, desborda: el bullying. Vamos a hablar sobre cómo identificar las señales, cómo hablar del tema con tu hijo o hija, qué errores evitar, a quién recurrir y cómo prevenir futuras situaciones. Y, sobre todo, quiero que sepas que no estás solo o sola en esto.
El bullying no siempre deja marcas visibles. A veces no hay moretones, ni mochilas rotas, ni insultos escuchados en el recreo. A veces, las señales son más sutiles, pero igual de importantes. Algunas de ellas son:
Cambios emocionales y conductuales
Señales físicas o escolares
Por supuesto, estos síntomas pueden tener otros orígenes, pero si se presentan juntos o con frecuencia, es momento de prestar atención.
Primero, respirá. Tu objetivo no es que te cuenten todo de golpe, sino abrir una puerta segura para que sepan que estás ahí. Te comparto algunas pautas útiles:
1. Elegí el momento y el lugar adecuados
Es importante evitar conversaciones importantes en medio del apuro o el cansancio. Buscá un momento tranquilo, donde no haya interrupciones ni distracciones.
2. Preguntá sin invadir
En lugar de “¿Te están molestando?”, podés decir:
– “Noté que estás más callado últimamente. ¿Te pasó algo en la escuela?”
– “¿Cómo te llevás con tus compañeros últimamente?”
– “¿Alguien te hace sentir incómoda/o o triste en la escuela?”
3. Validá lo que sientan
Si tu hijo dice que le cuesta ir al colegio o que se siente mal por lo que le dicen, evitá frases como “no es para tanto” o “tenés que hacerte fuerte”. En su lugar, probá con:
– “Debe ser muy difícil pasar por eso.”
– “Gracias por confiar en mí para contármelo.”
– “Lo que te pasa es importante, y vamos a buscar una solución juntos.”
Es lógico que, al enterarse de que su hijo está sufriendo, muchas madres y padres reaccionen desde el enojo, la impotencia o incluso la culpa. Pero algunas reacciones, aunque bien intencionadas, pueden cerrar el diálogo o hacer que el niño se sienta incomprendido.
1. Minimizar lo que ocurre
Frases como “a todos nos cargaron alguna vez” o “son cosas de chicos” pueden hacer que tu hijo se sienta solo y desamparado. El bullying no es un juego ni una parte normal del crecimiento.
2. Reaccionar con enojo desmedido
Salir corriendo a enfrentar al agresor o insultar a la institución puede empeorar la situación. Aunque es entendible, es importante mantener la calma y pensar estratégicamente.
3. Culpar al niño, niña o adolescente
Evitar preguntar “¿pero vos qué hiciste para que te traten así?”. Nadie merece ser maltratado. La responsabilidad nunca es de la víctima.
4. No actuar por miedo a sobreproteger
A veces, por temor a intervenir demasiado, los padres no hacen nada. Pero si un niño o adolescente está sufriendo, necesita adultos que lo acompañen y lo defiendan.
El primer paso es hablar con la institución educativa. Acercate con respeto, pedí una reunión y exponé lo que sabés o sospechás. En muchos casos, los docentes o directivos pueden ayudar a observar la situación más de cerca y activar protocolos.
Además, es muy recomendable contar con apoyo psicológico, tanto para tu hijo como para ustedes como familia. Un psicólogo infantil o adolescente puede brindar un espacio seguro donde procesar lo vivido, fortalecer la autoestima y trabajar recursos para enfrentar la situación.
Si la institución no ofrece respuesta o el caso es grave, también se puede recurrir a defensorías del niño, organismos estatales o líneas de ayuda.
La prevención comienza en casa. No con discursos largos, sino con pequeños gestos diarios que fortalecen el vínculo y la autoestima de los chicos.
1. Fomentar la confianza y la comunicación abierta
Que sepan que pueden hablar contigo de cualquier tema, sin miedo a ser juzgados o castigados.
2. Educar sobre el respeto y la empatía
Ayudalos a reconocer sus emociones, a ponerse en el lugar del otro, a decir “basta” con firmeza, pero sin violencia.
3. Supervisar el uso de redes sociales
Muchas situaciones de bullying hoy ocurren en el plano digital (ciberbullying). Acompañá su vida online con interés, no con control excesivo, y enséñales a usar las redes con responsabilidad.
4. Estar atentos a cómo se comportan con otros
No solo a si son víctimas, sino también si participan como testigos o, sin darse cuenta, como agresores. Promover una cultura del cuidado y del buen trato es responsabilidad de todos.
El bullying duele. A quien lo sufre, pero también a quien lo ve desde afuera sin saber qué hacer. Intervenir a tiempo puede cambiar la historia. El acompañamiento amoroso de un adulto puede ser el punto de inflexión en la vida de un niño.
Si tenés dudas, si algo no te cierra, si tu corazón te dice que hay algo que está mal… escuchalo. Consultá, preguntá, buscá ayuda. Ninguna preocupación por un hijo es exagerada.
Y recordá siempre: no estás sola. No estás solo. Acá estamos muchos para ayudarte a cuidar lo que más querés.